La Costa del Sol es famosa por sus playas doradas y sus animados balnearios. Pero tras esta imagen de postal se esconde una región con muchos encantos: rutas de senderismo espectaculares, pueblos blancos con mucho carácter y gastronomía andaluza de alta calidad esperan a quienes se atrevan a aventurarse más allá de la costa.
Para los amantes de la naturaleza, el Parque Natural de los Reales de Sierra Bermeja, a pocos minutos de Estepona, es un paraíso. Aquí, pinos centenarios crecen junto a orquídeas silvestres y pequeños arroyos serpentean entre las rocas rojizas. Desde la cima, la vista abarca todo el Mediterráneo y, en un día despejado, las montañas del Rif marroquí aparecen como una sombra azulada en el horizonte. Un lugar ideal para hacer senderismo, un picnic o simplemente respirar el aire puro de la montaña.
Los pueblos blancos de Andalucía, como Casares, Gaucín y Benahavís, parecen congelados en el tiempo. Calles empedradas conducen a pequeñas plazas donde el aroma del café recién tostado se mezcla con el de las buganvillas en flor. Los lugareños, sonrientes y acogedores, siempre están dispuestos a compartir una historia o recomendar la posada donde se puede comer "como en casa de la abuela".
En la Costa del Sol, comer es todo un arte. Los mercados locales están repletos de productos del sol: aceitunas carnosas, queso de cabra aromático, tomates dulces y miel de montaña. Los chefs contemporáneos están reinterpretando clásicos andaluces, como el gazpacho y el pescaíto frito, con toques modernos y creativos, respetando los sabores auténticos de la región.
Para descubrir la verdadera esencia de la Costa del Sol, a veces basta con dar la espalda a la playa y recorrer un sendero hacia el interior. Entre montañas salvajes, pueblos pintorescos y delicias gastronómicas, cada día se convierte en una aventura. La región no es solo para visitarla: es para vivirla, saborearla y sentirla.
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